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maba Gustatio y Antecena, en la qual se ponian cosas que excitasen el apetito parece que tenian el primer lugar y la preferencia los huevos, como se colige de Horacio (1), que para significar la pesadez de un cantor, dice que cantó ab ovo usque ad mala; esto es desde el principio hasta el fin de la cena. Luego se seguia la segunda parte, que era lo que propiamente se llamaba cena, cuyo primer manjar se llamaba caput cone, como se colige de la expresion de Marcial (2), al que seguian otros infini tos, que refiere el mismo en los lugares ya citados; el que los servia y ponia, era un personage, á quien en la cena se llamaba Structor, ademas del qual habia otro denominado Carptor, cuyo oficio ó cargo era el de partir los manjares con mucho aseo, pericia y diligencia, segun todo lo refiere Juvenal (1).

Pues no es nada, Señor Don Anselmo, lo que usted va ahí desembuchando, dixo con su festivo humor, y comiendo como estaba á dos carrillos Don Feliciano, atragantándose algo para desembarazar la boca, y poder hablar, y dando una palmada en la mesa, prosiguió: Por el siglo de mi abuelo, que

(1) Serm. 1. satir. 3.

(2) Epigram. 28. lib. 10, (3) Satir. 9. y 10.

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fué hombre de pro y de conveniencias, algo enlazado con Don Quixote, y que nunca estuvo bien con las astucias y travesuras de los pages que le sirvieron, que hasta ahora no he sabido, que el oficio de trinchar, de que ellos suelen servir en el ministerio de las mesas, fuese tan antiguo que le hayan traido y heredado de los Romanos! A lo que presumo esos tales Carptores que dexaron el oficio á los pages y criados, deberian de ser golosos, y andarian siempre á la rebatiña como ellos, y tendrian y transfundirian en ellos la destreza y habilidad que algunos tienen para afufar y hacer que despues de muertas y asadas vuelen desde la mesa al tinelo las pollas enteras y los mas sazonados y delicados platos, sin que lo adviertan los amos por mas que todo sea á su vista, y por mas que estén hechos unos Argos. Tal es su habilidad y ligereza de manos! Page hubo que llevó por carteras en la casaca dos faldriqueras de oja de lata, graduadas de cubos, en las que entraban como en el arca de Noe de toda especie de aves y animales á hospedarse con los huevos moles, los dulces secos y las frutas, sobre todo lo qual y para que sirviese de salsa, caia un diluvio de crema y aun de chocolate; y page hubo tam

bien que sirviendo una gran trucha que por regalo habia venido de un pueblo de los Estados, al tiempo de poner la fuente en la mesa, usó de la astuta traza de toser, soplar, volver hácia atrás la cara y narices y hacer otros ademanes que significaban que la pieza estaba empezada á corromper, todo con un cuidadoso disimulo; lo que advertido por el incauto amo, y creyendo que no estaba en términos de poderse comer, mandó alzar y retirar la fuente, lo que apénas fué mandado quando estuvo executado, como que á ello se dirigia la tramoya, y cayendo despues en la cuenta de que podria ser traza del dichoso pagecito y sus compañeros para trasladar la fuente á su jurisdiccion y saborearse ellos solos con la pieza, mandó que al punto la volviesen á la mesa; pero por pronto que fué, ya la habian sepultado sin asco y con mucha risa en sus estómagos, y no habian dexado ni aun espinas.

Cierto que él ardid, dixo Don Anselmo, fué chistoso, y decide de la sutileza de los pages, y de lo que su innata golosina les hace discurrir é inventar; pero no juzgue Vm. que en las mesas de los antiguos anduvo ménos ligera la rebatiña, y se usaron ménos astutas

trazas. Si Vm. lee con cuidado á Marcial (1), verá como entre los convidados se ocultaban y desaparecian los va-. sos, los platos (que en esto se colige eran de plata) las servilletas y hasta las suelas que se quitaban de los pies, para sentarse, ó mas bien recostarse en el lecho en que comian, y que alguno solia levantarse con dos capas, llevándose la del compañero. Suetonio en la vida de Claudio refiere, que habiendo faltado en una cena un vaso de oro, hizo poner la noche siguiente uno de barro al convidado contra quien estaba la sospecha de que le habia hurtado.

Pues por cierto, dixo Don Feliciano, correspondian bien á la generosidad y atencion del que daba la cena y al primor y delicadeza con que se les servia, teniendo hasta un personage que partiese y trinchase con la destreza que Vm. ha insinuado; habilidad que hoy parece se ha reconcentrado y vinculado en algunos militares, que habiéndola usurpado y el oficio á los pages y demas criados, se entran á pretexto de ella de gorra en las mesas, y les valė para llenar los estómagos aventureros con ahorro del prest y sueldo. Seguramente que para desempeñar con primor y ligereza

(1) Epigram. 54. lib. 8.:

esta industria, habrán inventado una nueva anatomía de la estructura y organizacion de las aves y animales, y de ella se habrá desprehendido el arte de trinchar que acaba de salir y publicarse por carteles en las esquinas, en el que regularmente y sobre el conocimiento anatómico de, las aves, se prescribirán las reglas que hayan de observar la mano y el cuchillo, señalando las coyunturas por donde haya de partirse, las partes en que para el trinchamiento deban dividirse las aves y demas asados, por donde deba cada cosa empezarse y concluirse, y el órden que en ello deba observarse; todo lo qual, como que contribuye al primor, aseo y decencia de las mesas, y á que no se ofenda la escrupulosidad del otro sexo, es y lo creo de gran importancia; y como es preciso se funde sobre los principios científicos que dexo indicados, será con el tiempo un arte que podrá adelantarse y perfeccionarse mucho, y ha cer mucho honor á su inventor, y mucho lucro á las panzas al trote, que en el dia le exercitan como por profesion; pero baste ya de esto, que es lástima se haya interrumpido el asunto de las cenas de los antiguos.

Con esto, continuó Don Anselmo diciendo: á la dicha segunda parte, que

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