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nes extrangeras, y de tiempo y de estímulo para consultarlas. En cuanto á la de don Felipe Sobrado, que aunque becha en estos últimos años es muy poco conocida, nos contentaremos con decir, que su autor la hizo solo por distraerse de otras ocupaciones, y quiza sin ánimo de que se diese á la prensa, por cuya razon no puede servir para dar una idea del mérito del original.

De la importancia de una traduccion completa de las obras de nuestro lírico, y de los esfuerzos hechos por algunos de los grandes poetas españoles para traducir una ú otra pieza, puede inferirse con gran verosimilitud que muchos de ellos tentaron esta empresa atrevida, pero sin duda las dificultades los desanimaron, lo que no hallarán extraño los que sepan que Horacio es de todos los poetas latinos el mas dificil de manejar. ¿Cómo traducir, decia pocos años ha el humanista géografo Malte Brun, retocando y mejorando el retrato del lírico de Venuso, hecho por el célebre Laharpe, cómo

traducir á un poeta, que toma sucesivamente el vuelo del águila y el de la abeja, que ya es el ministro del rayo, y ya liba la miel de las flores? ¿á un poeta, que pasa á cada instante de las graves meditaciones de la mas alta filosofia á las travesuras de una agradable licencia; que nos traslada del voluptuoso gabinete de su queri, da á las llanuras ensangrentadas de Filipos, de la festiva mesa de Mecenas á la cima inhabitada de los Alpes?á un escritor, que dueño de tantos objetos diferentes, sabe dar á cada uno el estilo que le conviene, y doblegar su lengua todavia novicia y rebelde, á tantos giros audaces y nuevos? ¿á un poeta en fin, que seco, raro y enérgico en sus sátiras (1), elegante, sencillo y gracioso en sus epístolas, recorre con maestría todas las cuerdas de la lira, y que igual á Píndaro por sus figuras atrevidas, á Safo por sus frases animadas, á Anacreonte por sus imáge

(1) Yo hubiera dicho jugueton, punzante y ligero.

que

nes graciosas, creó ademas el lenguage de la oda filosófica, de los griegos no le habian dejado modelo alguno? Este Proteo literario es Horacio.

Meditando sobre las dificultades de trasladar á una lengua moderna las obras de un autor de esta clase, yo he sentido nacer en mí el anhelo de vencerlas. Intimamente convencido de que el tacto delicado, el gusto seguro en literatura no pueden adquirirse con facilidad y prontitud sin el estudio y la meditacion de los modelos insignes de la Grecia y de Roma, y sabiendo al mismo tiempo que no es dado á la juventud comprehenderlos bien, ni menos apreciarlos, en sus lenguas originales, en general mal enseñadas y mal aprendidas, he creido siempre que traducciones fieles y buenas, que no es imposible hacer, á pesar de los denigradores de esta especie de ocupacion, pueden solo familiarizarla con ellos. Las versiones de los poetas clásicos consideradas bajo ciertos aspectos son infinitamente mas

útiles, y enseñan mucho mas, que las obras originales modernas de la misma clase, por completas que sean ó se supongan. La distancia de los tiempos, la diferencia de los usos y las dificultades de las lenguas muertas hacen necesarias para la inteligencia de las obras antiguas ciertas explicaciones, en que por lo comun se muestran á los jóvenes los egemplos al lado de los preceptos, y que los acostumbran asi á sacar los preceptos de los egemplos mismos. Por otra parte la admiracion de muchos siglos y los trabajos de muchos sábios han establecido irrevocablemente su reputacion, mientras que el espíritu de partido y la envidia de los contemporáneos tienen largo tiempo ó indecisa ó dividida la opinion sobre el mérito de las producciones modernas, que rara vez se destinan á la enseñanza, y que los maestros mismos cuidan acaso de alejar de las manos de sus discípulos. Esta gran consideracion de utilidad pública me determinó á traducir un poeta del siglo de Augus

to, y la predileccion particular con que siempre he mirado á Horacio; la comodidad que la poca extension de las composiciones, y la diferencia de los objetos que tratan ofrecia para interrumpir siempre que conviniese el trabajo sin debilitar el entusiasmo; y por último mi conviccion de que con estudio y perseverancia se podia hacer una traduccion de sus obras, que mereciese alguna gloria póstuma, me hicieron darle la preferencia.

He dicho gloria póstuma, y no ha sido sin intencion. Yo conocia, por servirme de las enérgicas expresiones de un sábio virtuoso, del modesto é inmortal Fray Luis de Leon, cuya mansedumbre angélica no bastaron á alterar ni las persecuciones injustas, ni las desgracias no merecidas, "yo conocia, repito, los juicios errados de nuestras gentes, y su poca inclinacion á todo lo que tiene alguna luz de ingenio ó de valor , y entendia las artes y mañas de la ambicion, del interes propio y de la presuncion ignorante, que

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