Ciego sin lumbre en carcel tenebrosa. Despues que nos dexaste nunca pace En hartura (9) el ganado yá, ni acude ΕΙ campo al labrador con mano llena. No hay bien que en mal no se convierta y mude, La mala hierba al trigo ahoga, y nace En lugar suyo la infelice avena, La tierra que de buena Gana nos producia Flores con que solía Quitar en solo vellas mil enojos, Produce agora en cambio estos abrojos, Crecer llorando el fruto miserable. La ncgra escuridad que el mundo cubre: Su Su luz pura y hermosa: Noche de tu partir, en que he quedado Sol de tu clara vista me encamine. Qual suele el Ruiseñor con triste canto Quexarse, (10) entre las hojas escondido, Del duro labrador , que cautamente Por la dulce garganta Despide, y á su canto el ayre suena, Su lamentable oficio y sus querellas, Al Cielo por testigo y las Estrellas. Desta manera suelto yo la rienda A A mi dolor, y asi me quexo en vano, Por ti me estoy quexando Al Cielo, y enojado Con importuno llanto al mundo todo, Primero no me quitan el sentido. Con suspiros calientes, Mas que la llama ardientes, Los Los enxugo del llanto, y de consuno Dolor me dexa descansar un rato. Mas luego á la memoria se me ofrece Que siempre aflige esta ánima mezquina En aquel duro trance de Lucina, (11) Con cuyo son y acentos Pudieras amansar, que agora es muda; En aquel paso ayuda: Y tú, rústica Diosa, dónde estabas ? Ibate tanto en perseguir las fieras? Ibate tanto en un pastor dormido? (12) ¿Cosa pudo bastar (13) á tal crueza, Que Que comovida á compasion, oído En que tu NEMORÓSO Queda, que su reposo Era seguir su oficio, persiguiendo Dexas morir mi bien ante mis ojos? Contigo mano á mano Busquemos otro llano, Busquemos otros montes y otros rios, Do |