nada camisola; y que (habiendo caIlado todo el patio, convocada la atencion de la tertulia, suspenso el rui do de la cazuela, asestados al teatro los anteojos de la luneta, saliendo de sus puestos los cobradores, y arrima dos á los bastidores todos los compañeros) empieza á hablar, manotear, y sobre todo cabecear á manera de azogado, por quien dixo un satírico vi
Ni que tampoco evite el cabeceo Uno que actione mal, y mal recite; Porque á él le tiene absorto el palmóteo De los que sin saber le vitorean, Haciendo retumbar el coliseo.
Iba Hipólito en su carro, Rodeado de sus guardias, Que con silencio y tristeza La de su dueño imitaban." El camino de Micenas
Seguia triste y con ansias, Y al cuello de sus caballos
Libres las riendas dexaba. Los brutos, que en otro tiempo Con bizarría gallarda
A su dueño obedecian,
Ya con las cabezas baxas Y los ojos apagados Seguian tristes la marcha. En esto, un grito espantoso Salió del medio del agua, Y del centro de la tierra Otra voz tambien aziaga, Respondiendo á la primera, Turbó lo quieto del Aura. De nuestros pechos la sangre En las venas quedó helada; Herizándose las crines.
Del caballo al escucharlas. En esto, con grandes bultos, Se levantó un monte de agua De la líquida llanura Sobre la húmeda espalda. La onda llega, y se rompe, Y ya en la orilla espantada A nuestros ojos arroja Entre espumosas montañas
Un fiero monstruo. La frente Armada de largas hastas, Y el cuerpo entero cubierto De mil pagizas escamas, Ya de dragon, ya de toro El horror representaba. En dobleces duplicados La larga çola enroscaba; Respondia á sus gemidos Con tristes ecos la playa. Lo vé el Cielo con horror; Se infesta el ayre: se pasma, Y tiembla al punto la tierras Retroceden espantadas Las olas que lo traxéron. Todos huyen á las aras Del Templo vecino, y nadie Su inútil brazo prepara. Solo Hipólito se atreve: Hipólito, que se jacta
De su heróyca sangre, Toma con fuerza sus armas
Deteniendo sus caballos,
Y hácia el monstruo horrendo marcha.
Con dequedo y brazo firme
Un dardo mortal disparatong 3 Que le abre el duro costado.
El monstruo con pena y rabiani A los pies de los caballos,
Bramando, su vida acaba. UbL Al revolcarse les muestra
La boca que arroja llamas;dds. Y los cubre de humo y polvo, Y de sangre que derrama. LLOG El susto les precipita,
Y esta vez sordos se abanzan, Sin que el freno ni la voz Del dueño pare su saña. Cubierto de sangre el freno; Y aun se dice (cosa extraña!) Que alguna deidad fue vista En aquel lance, tirana, Batirles mas los hijares Que en polvo envueltos estaban. Se despeñan por las rocas,. Y para mayor desgracia, Húndese el exe y se rompe; Y ve el héroe con constancia Roto el carro, y cae él mismo Entre las riendas mezcladas.
Permitid, señor, mi llanto: Esta imágen desgraciada Será de un llanto contínuo Ocaso para mis ansias. Yo ví, señor, á tu hijo Que los brutos le arrastraban, Los brutos que por sus manos Alimentados estaban. Quiere llamarlos, y mas Su misma voz los espanta. Mas y mas corren. Su cuerpo En breve cubre una llaga. Gritamos: responde el eco, ⚫ Al fin sus impetus paran Cerca de esos monumentos, Donde las cenizas sacras De los Reyes sus abuelos Con veneracion se guardan. Al puesto corro, y conmigo Con zelo acuden sus guardias, Por la sangre que entre peñas Funestas señas dexaba, Las trenzas de sus cabellos Las breñas nos presentaban. Llego, le llamo, me mira
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