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las almas de los muertos, y de conducir las de los justos á los campos Eliseos, era muy honrosa, y verdaderamente digna de un alto personage, en un pais en que cuanto existia se consideraba sujeto á una influencia superior. El cuidado de Mercurio no se limitaba á establecer en los Eliseos á los merecedores de esta recompensa, sino á contener con su caduceo la multitud de sombras que al rededor del conductor se agolpaban. Para entender esto, importa recordar las creencias del paganismo sobre este punto, segun las cuales habia en las regiones de la muerte tres estancias separadas, destinada una á la expiacion de delitos ó faltas respectivamente leves, otra á la de los grandes crímenes, y otra á la recompensa de toda clase de virtudes. Los que en vida las profesáran, iban derechos á la pacífica y venturosa morada de los justos, designada con el nombre de campos Eliseos. En el Tártaro expiaban los malvados sus hechos atroces con penas terribles, como con penas mas soportables expiaban otros en una especie de purgatorio, faltas involuntarias ó errores

ODE XI.

AD LEUCONOEN.

Tu ne quæsieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi Finem Di dederint, Leuconoe; nec Babylonios

Tentaris numeros. Ut meliùs, quidquid erit pati!
Seu plures hyemes, seu tribuit Jupiter ultimam,

escusables. Cumplido el tiempo de las recompensas y los castigos (pues tanto estos como aquellas tenian una duracion limitada), las almas de los muertos se repartian en nuevos cuerpos, y Mercurio presidia á esta operacion, haciendo beber á los espíritus las aguas del Leteo; lo que en el lenguage, siempre simbólico, de la teogonia pagana, queria decir, «< infundiéndoles el olvido de lo pasado,» pues en griego lethe significa olvido. Si estas creencias han sido despues modificadas por la revelacion, no por eso dejan de contener un sentido elevado, que desde luego no habrá quien no penetre.

V. 18 y 19. Virgȧ aureá... El caduceo de que hablé antes, y que ordinariamente se pintaba dorado.

Levem turbam... La grey de sombras, pues Mercurio estaba encargado de colocar en sus moradas respectivas todas las que pasaban el Estix.

V. 19 y 20. Superis Deorum et imis... Estos dioses altos y bajos eran los celestes y los infernales. Mercurio estaba comprendido en ambas categorías.

ODA XI.

A LEUCONOE.

No temeraria indagues,

O Leuconóe amiga,

Qué término ha prescrito
El cielo á nuestros dias,
Ni en consultar te afanes
La falsa astrología;
Mas la suerte soporta
Que el hado te destina,
Sea que muchos años.

Quæ nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrhenum. Sapias, vina liques; et spatio brevi

5

Spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit invida. Ætas: carpe diem, quàm minimùm credula postero.

NOTAS.

Escaligero criticó esta pequeña pieza con demasiado rigor, si bien hay en ella algunos pensamientos que están espresados en otra parte, ya del mismo modo, y ya con mas gracia y exactitud. La idea de spatio brevi spem longam reseces está desenvuelta con mas propiedad, aunque casi en los mismos términos, en la oda cuarta donde dice, Vitæ summa brevis spem nos vetat inchoare longam. En la oda novena se habia dicho, Quid sit futurum cras fuge quærere, y en esta, Carpe diem, quàm minimùm credula postero. Los versos tienen poca armo. nia, y el lenguage es oscuro ó ambiguo.

V. 2. Leuconoe.... Torrencio asegura que en tres de sus códices llevaba esta oda el epígrafe, Ad Leuconoem meretricem, genesim per mathematicos inquirentem. (A la ramera Leuconoe, que trataba de averiguar su sino por medio de astrólogos), y los mas de los comentadores hicieron de Leuconoe, sobre este ú otros igualmente

O no mas que este vivas,

En

que el mar de Toscana

Vanamente se irrita

Con los altos escollos

Que su cerviz dominan.

Si eres cuerda, buen vino
Bebe alegre y tranquila,
Que largas esperanzas
No sufre corta vida.
Entretanto que hablamos,
El tiempo se desliza.
De lo presente goza,

Lo venidero olvida.

débiles fundamentos, una muger pública. Yo no creo sin embargo que á ninguna de tal clase dirigiese Horacio consejos como los contenidos en esta pieza.

V. 2 y 3. Babylonios numeros... Los caldeos fueron muy dados á la astrología, y sobre todo à la fijacion de los horóscopos, ocupacion que los desacreditó entre los hombres sabios de la antigüedad. A las fórmulas ridículas que empleaban los charlatanes dedicados á este ejercicio, y que eran una especie de cábalas formadas con números, alude Horacio cuando habla de los números de Babilonia. La ciudad de este nombre, una de las mas antiguas, y la mas opulenta del mundo en los tiempos de su esplendor, era la capital de la Caldea. Hoy dan algunos el nombre de Babil á las ruinas que de aquella antigua metrópoli del Asia se ven todavía á dos leguas de Helle, en la provincia turca de Yrak-Arabi, sobre las fronteras de Persia.

V. 3. Ut meliùs... Por cuanto meliùs. Algunos editores no pusieron interjecion al fin de este verso, y coloca

ron los dos siguientes entre un paréntesis, haciendo asi sumamente embarazada la construccion.

V. 6. Tyrrhenum... Dábase el nombre de tirreno al mar de Etruria ó Toscana, porque á los tuscos ó etruscos, habitantes de este pais, los llamaban tirrenos los griegos, del nombre del gefe de una colonia de lidios que se estableció en Etruria. El mar tirreno ó etrusco era el que bañaba la costa occidental de Italia, hasta las islas de Córcega, Cerdeña y Sicilia, y todavia hoy se llama mar de Toscana.

Sapias... Por si sapis... Si eres cuerda.

Vina liques... Colarás el vino, lo purificarás para beberlo. Esta operacion se hacia con mangas ó sacos de lienzo muy tupido, con los cuales decia Plinio que se quitaba la fuerza al vino, y se podia beber mas cantidad. Ciceron habló tambien de esta costumbre, y Plutarco señaló varias de sus particularidades.

De esta pieza, ademas de la traduccion de Villegas, que es bastante regular, hay una que se atribuye á Don Luis de Góngora, y que dice asi:

No busques (ó Leucone) con cuidado
Curioso (que saberlo no es posible)

ODE XII.

AD AUGUSTUM.

Quem virum aut heroa lira, vel acri
Tibia sumes celebrare, Clio?

Quem Deum? cujus recinet jocosa

Nomen imago,

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