LIBER PRIMUS. ODE I. AD MECENATEM. Mæcenas, atavis edite regibus, O et præsidium, et dulce decus meum: Evitata rotis, palmaque nobilis, 5 Terrarum dominos evehit ad Deos: Hunc, si mobilium turba Quiritium Agros, Attalicis conditionibus Numquam dimoveas, ut trabe Cipria Myrtoum, pavidus nauta, secet mare. 10 LIBRO PRIMERO. ODA I. A MECENAS. Mecenas, de elevada Alcurnia descendiente, Mi dulce gloria y protector potente: El polvo Olimpio en disparado carro; La meta evita que el palenque cierra, A los dioses señores de la tierra. A esotro lisonjea Que á porfia le eleve De puesto en puesto veleidosa plebe. Otro ansioso desea Cuanto en las eras de Africa se coge Guardar en su ancha troje. A quien se goza en cultivar su hacienda, Medroso navegante, el seno hienda. 70 VVIMU Luctantem Icariis fluctibus Africum 15 20 Multos castra juvant, et lituo tubæ 25 Quòd si me lyricis vatibus inseres, 35 Mientras austro mugiente Agita la onda brava, La paz del campo el mercader alaba; Pero pronto impaciente, Dura pobreza tolerar no sabe, Y repara su nave. Parte del dia roba otro al cuidado, Y de Másico añejo el vaso apura, Ya cabe fuente pura, Ya sé el verde madroño recostado. El clarin de Mavorte A otro y la trompa agrada, Y la lid de las madres detestada : De la tierna consorte Otro olvidado, de la noche fria La escarcha desafia, Si el jabalí en la trampa se resbala, O al ciervo el can en la maleza siente. Premio de docta frente La yedra á tí á los númenes te iguala. Y yo, si la liviana Flauta Euterpe me entrega, Y la dulce Polimnia no me niega La cítara lesbiana, Me alejaré tambien del vulgar bando, De Sátiros cantando Bailes alegres y de Ninfas bellas, Y de los bosques las amenas sombras. Si lírico me nombras, Tocaré con mi frente á las estrellas. NOTAS. Coleccion de poesías líricas, ó de odas (Lyricorum carminum, seu Odarum libri) intitularon los editores de Horacio la parte de sus composiciones, escritas en versos propios para ser cantados. Dióseles en Roma el nombre de líricas, porque en Grecia donde se inventaron, se cantaban al son de la lira, que tocaban los autores mismos de las palabras. Al son de la lira domesticó salvajes Orfeo, levantó Anfion los muros de una ciudad, y se obraron otros prodigios, que no porque la mitología los rodease de accesorios fantásticos, prueban menos el poder que la música y la poesía ejercieron sobre las primeras reuniones de hombres, de que hacen mencion la historia y las tradiciones de los pueblos. El poeta músico anunció en cantos, acompañados de su lira, cuanto convenia al bien de las sociedades nacientes, proclamó el poder y los beneficios de los dioses, instituyó las prácticas religiosas, escitó el entusiasino de la virtud, provocó el sentimiento del patriotismo, hizo las delicias de los festines, y fue el objeto de los homenages de los pueblos, y hasta del respeto de los reyes; y la poesia lírica, grave por la naturaleza de los objetos que trataba, y encantadora por las formas con que los revestia, ejerció una influencia mas poderosa, que la que mas tarde llegó á adquirir la elocuencia misma. Andando el tiempo, bubieron de variar los medios de civilizacion, y ya no se cantaron las composiciones líricas sino en los templos de los dioses, ó en los espectáculos establecidos para promover el desarrollo de las facultades del cuerpo ó del espíritu, ó en los banquetes destinados á celebrar los placeres del vino y del amor. Mas adelante no fueron ya los autores los que cantaron sus propias composiciones, sino músicos. que sobresalian en el manejo de los instrumentos enton |