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mundo al azar de una batalla, y se dió en efecto en las aguas del promontorio de Accio entre las formidables escuadras de los dos poderosos cuñados y cólegas. Solo una division de la egipcia tomó parte en el combate, y todavia peleaba ella con alternados sucesos, cuando dominada Cleopatra de supersticiosos temores, dió la señal de la retirada, retirándose ella misma, y arrastrando en su movimiento á Antonio, sin que sus fuerzas, ni las que estaban á las órdenes inmediatas de la reina hubiesen entrado en accion. Octavio, viendo abandonada la division egipcia, que aun sostenia el combate, procuró incendiarla, y lo consiguió luego, acabando este espectáculo de aterrar á sus rivales, que se entregaron á la fuga mas vergonzosa. Todavia haciendo un alto, habrian podido Antonio y Cleopatra reparar el desastre, ó impedir á lo menos que se convirtiese en una espantosa catastrofe, y tanto mas, cuanto que Octavio, instruido de haberse sublevado en Brindis algunas de sus tropas, tuvo que acudir á sofocar aquel movimiento. A favor de él habria sido fácil á Antonio completar las guarniciones de las plazas de Grecia, y aguardar en Egipto la llegada del cuñado ofendido; pero Cleopatra no pensó por de pronto mas que en ponerse en salvo, ni restituida á su pais, mas que en continuar disfrutando de los placeres que su salida á campaña le habia obligado á interrumpir. Octavio, restablecido el órden en Italia, se dirigió á Siria, y de allí penetró en Egipto, donde al saber su aproximacion, se dió de puñaladas su desatentado y enervado cólega. Octavio, deseoso de vengarse de la nueva Helena, orígen de tantos disturbios, se proponia llevarla á Roma, atada á su triunfal, y en efecto llegó á apoderarse de su persona. Cleopatra, sospechando la suerte que le destinaba el vencedor, á quien no habia podido interesar con sus halagos, ni aun enternecer con su llanto, hizo que le llevasen unas flores, y entre ellas un aspid, que aplicó serena á uno de sus brazos, y de cuya mordedura murió á la edad de 39 años. Octavio, privado asi de la satisfaccion de ver adornando la pompa de su triunfo á la que durante muchos años le habia causado tantos recelos, la hizo sufrir

carro

en efigie la humillacion que habria esperimentado viva, sino se sustrajese á ella con la muerte.

V. 9. Cum grege turpium morbo virorum... La construccion es, cum grege virorum, turpium morbo, es decir, con una manada de hombres envilecidos por la enfermedad. Esta enfermedad era, segun la opinion mas probable, la debilidad producida por la castracion, pues se supone que en el palacio de Cleopatra se empleaban muchos eunucos. Varios intérpretes creen que el poeta alude á otra clase de achaques asquerosos; pero no parece verosimil que Cleopatra se dejase acompañar ni seguir por gentes de esta clase, mientras que era natural que la siguiesen los eunucos que hacian parte de la servidumbre de su casa.

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V. 10. Quidlibet impotens sperare... Immoderata in sperando, modum non habens, como interpreta Cruquio; esto es, adeò amens, ut sperando nullum modum tenere posset, sed sine judicio omnia sibi promitteret, como esplica Rodelio; ó ita impotens sui, ut quidlibet sperare auderet, como interpreta Sanadon. Incapaz de recatar ó refrenar sus esperanzas mugeriles, >> es la traduccion. V. 13. Vix una sospes... No es cierto en general que apenas quedó un buque que no fuese incendiado, puesto que Cleopatra huyó con 60 velas, que era la fuerza total de su division. Lo que el poeta dice se refiere solo á la division de la escuadra que tomó parte en la batalla, y que Octavio mandó incendiar, cuando vió que no podia apoderarse de ella, y enriquecer á los suyos con el botin. Ya he dicho antes que no entraron en combate las divisiones que estaban á las órdenes inmediatas de Antonio y de Cleopatra, y que ésta huyó, creyendo hallarse en apuro la division primera, y asi lo dice esplícitamente el historiador Dion por estas palabras. «Cleopatra, quæ in anchoris post classem pugnantem stabat, ancipitis prælii exitùs expectatione victa, signo suis dato, fuga se dedit.» Antonio, viendo huir á Cleopatra, creyó perdida definitivamente la batalla, y huyó tambien, con lo cual se completó el incendio de la parte de la escuadra que habia sostenido la accion.

V. 14. Mareotico... Vino escelente, que se cogia en las

inmediaciones de la laguna Marea ó Mareotis, en Egipto. Yo hubiera querido que Horacio no hiciese aqui mencion de esta circunstancia. Que Cleopatra se embriagase con la fortuna, era cosa que ya había sucedido á altos personages, y de que se podia por tanto hablar, sin mengua del carácter de la reina de Egipto: pero añadir que ademas se embriagaba con vino, debilita el efecto del cuadro, y aun rebaja el mérito de la victoria de Octavio. Cierto y sabido es que Cleopatra se complacia en los festines, y no seria estraño que en alguno se hubiese abandonado á uno u otro de los escesos comunes en ellos; pero suponer que una reina altiva debia al vino la energía de carácter que se ensalza y se preconiza, es una mala inspiracion, ó cuando menos, un gran descuido.

V. 15. Redegit in veros timores... Redujo á verdaderos temores la mente trastornada con el vino de la laguna Mareotis, es una frase singular, de que resalta mas la estraña configuracion, por la multitud de heterogéneas circunstancias, hacinadas en el larguísimo periodo que empieza en el verso doce, y no acaba hasta el veinte y cuatro. Haria de Horacio una grave, aunque indirecta censura, el traductor que no separase los pensamientos de aquel trozo, y no les diese el aire desembarazado, que mas que ninguna clase de composiciones, exigen las del género lírico.

V. 18. Molles columbas... Al epiteto molles hubiera podido sustituirse otro que fuese aplicable á Cleopatra, para que la comparacion fuese rigorosa. No queriendo hacer esto, habria convenido suprimir la calificacion, y decir simplemente, «César acosaba á Cleopatra, como á la paloma el gavilan.» La calificacion de tierna ó blanda, ó tímida, dada á la paloma, sobre ser vulgar, forma un contraste con la de mónstruo, que se dá á la reina de Egipto, y desvirtua asi la comparacion.

V. 20. Hæmoniæ... « Tesalia, ó la parte de Tesalia que confina con la Macedonia, dice Torrencio, es lo que aqui se entiende por Hæmonia, pais à quien dió su nombre Emon, hijo de Deucalion. » Por lo demas, la añadidura in campis nivalis Hæmoniæ, era aqui abso

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lutamente inútil, pues 1.0 lo mismo corre el cazador trás de las liebres en los campos nevados de Tesalia, que en otros cualesquiera. 2.o los campos de Tesalia no eran conocidos de la inmensa mayoria de los lectores de Horacio, y su recuerdo embrollaba por tanto, y oscurecia la comparacion, en vez de aclararla. 3.o las comparaciones deben ser cortas, y no contener circunstancias estrañas, y con mayor razon cuando se emplean en un paréntesis.

V. 23 y 24. Nec latentes classe cità reparavit oras... Es decir, «no dejó el Egipto para irse á esconder, no trocó ó cambió su reino por otros distantes y no conocidos.»> Esto no era á la verdad un motivo de elogio, pues en rigor á ninguna parte podia ir Cleopatra con mas seguridad que á Egipto, donde si ella hubiese tomado á tiempo las medidas que exigia su situacion, habria conjurado su ruina, ó diferídola á lo menos. No es tampoco cierto que no buscó asilo Cleopatra en regiones distantes, y consta al contrario que hizo desarmar algunos de sus buques para llevarlos por el istmo de Suez al mar Rojo, con intencion de guarecerse en la India. Si este proyecto no se verificó, fue porque el gobernador de Siria Quinto Didio instigó á los árabes á quemar los navíos, y los quemaron en efecto, imposibilitando asi á Cleopatra la retirada por aquella parte. No debia pues Horacio alegar como un mérito de la reina, el no haber buscado asilo en otros paises.

V. 26. Asperas... En el mismo sentido que aspera æquora de la oda quinta. Un comentador, observando que esta esplicacion era muy conforme á la historia, cita en prueba un pasage de Plutarco, que dice Aspidem perhibent fuso aureo ipsam lacessentis et stimulantis, arripuisse Cleopatra brachium.

V. 29. Deliberatâ morte ferocior... Despues de Lambino todos han separado el ferocior del sævis Liburnis. V. 30. Sævis Liburnis... Los liburnos eran unos pueblos de Iliria, que usaban de unos barquillos muy ligeros, de los cuales habia muchos en la escuadra con que Octavio derrotó en Accio á su cólega. La Liburnia antigua correspondia á la Croacia de hoy.

TOMO I.

22

Invidens... Id est, non ferens, dice Rodelio. El sentido es «Pues una muger de sus prendas no podia sufrir que

ODE XXXVIII.

AD PUERUM.

Persicos odi, puer, apparatus:
Displicent nexæ philyrâ coronæ ;
Mitte sectari rosa quo locorum
Sera moretur.

Simplici myrto nihil allabores

Sedulus curo: neque te ministrum
Dedecet myrtus, neque me sub arctâ
Vite bibentem.

NOTAS.

3

V. 1. Persicos... En la edicion de Desprez pueden verse los lugares de Herodoto, Plinio, Plutarco, Valerio Máximo, Celio Rodiginio, Ateneo etc., que tratan del lujo que gastaban los persas en sus convites.

V. 2. Philyra... Los antiguos hacian de la parte in.

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