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Mas cuando de su trono

La tiranía odiosa

Cantas hundida, y la gloriosa lucha,
Apiñada y atónita te escucha.

¿Qué mucho si enagena

Al can triforme del suavé canto

El celestial encanto,

Y de deleite llena

Las sierpes, de las Parcas despiadadas
A las horribles crines enroscadas?
Y engaña su inclemente

Sed Tántalo, y del buitre devorante
El roer incesante

Prometeo no siente,

Y arroban á Orion los dulces sones,
Y no persigue á linces ni leones.

ha sido ágriamente censurada por literatos, que quisieran sujetar á los poetas líricos como Horacio á la metódica uniformidad de la prosa. Por mi parte, yo confesaré que el elogio de los dos poetas griegos forma una digresion algo larga, que hace olvidar el objeto de la pieza; pero ¿quién habla de este pequeño defecto, cuando la belleza de la digresion lo hace tan agradable?

V. 1. Nefasto... Los romanos derivaron este adjetivo de nefas, como el de fasto, de fas, porque en los dias fastos era lícito ó permitido entregarse á todo género de ocupaciones, y algunas estaban prohibidas en los nefastos. En los de fiesta (festi) se prohibia toda clase de trabajo, por lo cual todos los de fiesta eran nefastos, aunque no todos los nefastos eran de fiesta. Como no era permitido trabajar en los dias que, á causa de haber sucedido, ó de

temerse en ellos alguna calamidad, llamabani os romanos atri (negros), se les designó tambien con la denominacion de nefastos, y con el tiempo vino este nombre á hacerse sinónimo de desgraciado ó funesto. El poeta empieza por se ñalar la falta del que plantó en dia nefasto el árbol con cuya caida estuvo á pique de perecer, y á aquella falta parece atribuir una parte del riesgo que corrió.

V. 2 Quicumque... La construccion es, como lo observó atinadamente el padre Sanadon, quicumque ille et posuit te primùm nefasto die, et sacrilega manu produxit.... illum crediderim etc.

V. 4. Opprobrium pagi... Es una graciosa exageracion. Esta pieza seria tan ordinaria como el accidente que la produjo, si el colorido no fuese tan vivo.

V. 8. Venena Colcha .. La antigua Cólquida tenia por límites la Armenia al sur, la Iberia al levante, el Cáucaso al norte, y al poniente el ponto Euxino, y comprendia los terrritorios que hoy se llaman de Guriel ó Gurjel, Imereta y Mingrelia. Decíase que en aquel pais se criaban muchas plantas venenosas. Por lo demas, en las mejores ediciones se lee ya Colcha en lugar de Colchica, que obligando á trasportar la última sílaba al verbo siguiente, leyeron los editores antiguos.

V. 11. Caducum... Por casurum. Asi, la espresion es mas enérgica, y equivale á «te trasplantó para que cayeses. »

V. 13. Quid quisque vitet... La sentencia es verdadera y oportuna, y los ejemplos con que el poeta la confirma en los versos siguientes, tienen toda la pompa y dignidad posible.

V. 14. Bosporum... En lo antiguo se daba el nombre de Bósforo de Trácia, al estrecho que mediaba entre el ponto Euxino y la Propóntide; es decir, al canal que une el mar negro con el de Mármara. Este canal, llamado hoy de Constantinopla, tiene sobre siete leguas de largo, y de setecientas á dos mil seiscientas varas de ancho, y este espacio es el que por aquella parte divide el Asia de la Europa. Horacio, segun su costumbre de contraer, limita al navegante cartaginés, atravesando el Bósforo, los temores

comunes á todos los que navegan por mares peligrosos, aunque aquel esté hoy lejos de serlo.

V. 16. Cæca timet aliunde fata... La traduccion es, << no teme en otra parte los ciegos destinos,» es decir, << no sospecha que en otra parte le amenazan los mismos riesgos. >> V. 17. Sagittas et celerem fugam... Ya he dicho en otra ocasion que los Partos peleaban huyendo. El ataque de aquellos fugitivos era tanto mas temible, cuanto que volviendo atrás repentinamente, lanzaban una lluvia de dardos á los que los perseguian, y desordenándolos con su acometida imprevista, los hacian retroceder, y los perseguian á su vez.

V. 21. Quàm penè... El poeta se contrae aqui otra vez á su aventura, para entrar en la nueva digresion con que debe terminar la pieza. De otra manera mereceria esta las observaciones severas de que ha sido objeto.

Regna Proserpinæ... Véase la nota al verso veinte de la oda veinte y ocho del primer libro.

V. 22. Eacum... Eaco fué rey de una pequeña isla del golfo sarónico, llamada antes Enopia, despues Egina, y hoy Engia, á ocho leguas de Atenas. Fué tal la reputacion de justicia de que durante su vida gozó Eaco, que los atenienses acudieron á él para que obtuviera del cielo lluvias, cuya falta yermaba el pais, y se supone que los dioses accedieron á su ruego. Despues de su muerte la gratitud de los pueblos le asignó una magistratura en los infiernos, donde en union con Radamanto y Minos, igualmente íntegros y justicieros que él, juzgaba las almas de los muertos.

V. 23. Discretas... De algun tiempo á esta parte se halla en las ediciones esta leccion, que es la verdadera. Discriptas y descriptas se habia leido antes en muchas. V. 24. Æoliis fidibus... Varias ciudades de la isla de Lesbos pertenecieron algun tiempo á los Eolios.

V. 25. Sapho .. Safo nació en Mitilene, ciudad de la isla de Lesbos, por los años de 612 antes de J. C. y desde niña se aplicó á la poesia, en la cual se distinguió luego en términos de merecer el dictado de la décima Musa. La vehemencia de su carácter y el ardor de sus aficiones le suscitaron enemigos, á los cuales se atribuyeron en su

tiempo los rumores injuriosos con que se pretendió manchar su reputacion, y que ya desmintieron varios escritores antiguos. A pesar de ellos, pasó por cierto durante siglos, que á la célebre poetisa habia inspirado un amor violento cierto mancebo llamado Faon, y que despechada de no verse correspondida, subió al promontorio de Leucade, desde el cual se arrojó al mar donde pereció. Descubrimientos modernos han hecho ver que estas aventuras no corresponden á la Safo de Mitilene, sino a otra del mismo nombre, natural de Eresos, ciudad tambien de la isla de Lesbos; y el arqueólogo frances Allier d' Hauteroche ha suministrado pruebas casi perentorias en su biografía de la Safo de Eresos. Las desgracias de la de Mitilene tuvieron al parecer alguna causa política, que verosimilmente fue la de haberse asociado la poetisa á la conspiracion de Alceo contra Pitaco, tirano de su patria, y por resultas de la cual fue desterrada á Sicilia. De las obras de aquella ilustre muger no quedan mas que dos odas, escritas en el armonioso metro á que ella dió su nombre, y fragmentos aislados que confirman la idea que de la ternura y delicadeza de sus sentimientos nos trasmitió la opinion unánime de veinte y cuatro siglos. La Sicilia, donde se refugió Safo, le erigió una estátua, y su patria Mitilene acuñó medallas en su honor. Completaré esta nota añadiendo que la espresion con que Horacio alude en este pasage á las quejas de Safo contra las mugeres de su pais, recuerda los disgustos que debia necesariamente suscitar á una persona de su mérito la envidia de las demas que su superioridad eclipsaba.

V. 27. Alcxe... De Alceo hablé en las notas á la oda treinta y tres del primer libro.

V. 30. Umbræ... Las Sombras fueron en la mitología pagana una especie de seres, que no eran materia ni espíritu, alma ni cuerpo, y que sin embargo tenian una existencia reconocida. Segun aquellas creencias, habia en el hombre tres partes, á saber, el cuerpo, que se destruia por sí, ó se reducia á cenizas en la hoguera; el alma espiritual, que despues de la destruccion del cuerpo, volvia al cielo, lugar de su orígen; y el alma corporal, que

era una sustancia sutíl, de que estaba rodeado el espíritu, y que tenia la figura y alguna de las cualidades del cuerpo humano. Estos espectros, que los griegos llamaban fantasmas, y sombras los latinos, eran los que, segun he dicho en otra parte, dirigia Mercurio con su caduceo, y los hacia distribuir en las regiones de la muerte, á que segun sus méritos eran destinados. Mas adelante hablaré de cierta clase de individuos á que daban los romanos el nombre de sombras.

V. 31. Pugnas et exactos tyranncs... Los antiguos, que podian juzgar de las poesías de Alceo, pues que andaban en manos de todos, celebraron particularmente la vehemencia con que en ellas clamó contra Pitaco, Mirsilo, y otros de los que mas figuraron en las turbulencias de su patria.

V. 34. Bellua centiceps... El Cerbero, perro de cincuenta cabezas, segun unos mitólogos, y de tres segun otros, destinado á guardar los infiernos, y á impedir que entraseu en sus regiones los vivos, y saliesen de ellas los muertos. Horacio le dá aquí cien cabezas, porque las tres que reconocia en él la tradicion vulgar, estaban rodeadas de serpientes que parecian multiplicarlas. Ya he referido en otra parte el suceso histórico que dió origen á esta invencion.

V. 35. Intorti capillis... ¡Qué brillante idea hace Horacio formar de los dos poetas griegos! «Las culebras enredadas á los cabellos de las Furias, se alegraban tambien de oirlos.» Es imposible llevar mas lejos la admiracion y el entusiasmo.

V. 36. Eumenidum... Las Furias, de que hablé en la nota al verso diez y siete de la oda veinte y ocho del primer libro. Orestes al hacer un sacrificio en su honor, les dió el nombre de Euménides (indulgentes, piadosas) porque habian cesado de atormentarle. Bajo este concepto les erigieron un templo los atenienses; pero no por eso dejaban de pasar por inexorables y vengadoras, y tal es la idea que de ellas hace aqui formar Horacio, presentándolas coa culebras por cabellos.

V. 37. Pelopis parens... Tántalo, de quieu ya dije en otra parte, que hizo servir en un banquete que dió á 28

TOMO I.

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