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mano, y no los estuviera siempre teniendo, fueran los mayores pecadores del mundo: y asi se tenian por tales. Y los dones y beneficios que habian recibido de Dios, los miraban ellos, no como cosa suya, sino como cosa agena y prestada. Y no solo no los estorbaba ni impedia eso, para que ellos se quedasen enteros en su humildad y bajeza, y se tuviesen en menos que todos; antes les ayudaba mas á eso, por parecerles que no se aprovechaban de ellos como debian. De manera que á cualquier parte que volvamos los ojos, ahora los pongamos en lo que tenemos de nuestra parte, ahora los levantemos

á lo que habemos recibido de Dios, hallarémos harta ocasion para humillarnos y tenernos en menos que

todos.

S. Gregorio, lib. 34 moral. c. 16, pondera á este propósito aquellas palabras que dijo el profeta David á Saúl, despues que pudién dole matar en la cueva donde habia entrado, le perdonó y le dejó ir. Salese David tras él, y dale voces, diciendo: Quem persequeris Rex Israel? Quem persequeris? Canem mortuum persequeris, et pulicem unum? 1 Reg. c. 24, v. 15. ¿A quién persigues Rey de Israél? ¿A un perro muerto persigues, á una pulga como yo? Pondera muy bien san Gregorio: Ya David estaba ungido por Rey, y habia sabido del Profeta Samuel que le ungió, que Dios queria quitar el reino á Saúl, y

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Casiano dice, (a) que era tradicion de aquellos padres antiguos, y como primer principio entre ellos, que no puede uno alcanzar la puridad de corazon, ni la perfeccion de las virtudes, si primero no conociere y entendiere, que toda su industria, diligencia y trabajo no es bastante para ello, sin especial ayuda y favor de Dios, que es el principal autor y dador de todo bien. Y este conocimiento, dice, no ha de ser especulativo, porque asi lo habemos oido ó leido, ó porque asi nos lo dice la fé; sino conviene que lo conozcamos practicamente y por esperiencia, y que estemos tan llanos, y tan ausentados y resueltos en esta verdad, como si lo viesemos con los ojos, y tocasemos con las manos: que es al pie de la letra el tercero gra

(a) Casian. l. 12 de spiritu superbiæ, c. 13.

los

do de humildad, de que vamos tratando: y de esta humildad se entienden las autoridades de la sagrada Escritura, que prometen grandes bienes á los humildes, los cuales son inumerables. Y por eso con mucha razon le ponen Santos por último y perfectísimo grado de humildad, y dicen que ese es el fundamento de todas las virtudes, y la preparacion y disposicion para recibir todos los dones de Dios. Y prosiguiendo Casiano (b) esto mismo mas en particular tratando de la castidad, dice, que para alcanzarla ningun trabajo basta, hasta que entendamos por esperiencia que no lo podemos al canzar por nuestras fuerzas, sino que nos ha de venir de la liberalidad y misericordia de Dios. Y S. Agustin, lib. 2 de sanct. virg. c. 39, concuerda muy bien con esto; porque el primero y principal medio que pone para alcanzar y conservar el dón de la castidad, es esta humildad que no penseis que lo podeis vos, ni que bastan vuestras diligencias; que mereceis perderlo, si en eso estribais; sino que entendais que ha de ser don de Dios, que os ha de venir de arriba, y en eso pongais toda vuestra confianza. Y asi decia un viejo de aquellos padres antiguos, que seria uno tentado en la carne, hasta que conociese bien que la castidad es don del Señor, y no fuerza propia. Confirma esto Paladio con el ejemplo del Abad Moisés, el cual habiendo

sido en el cuerpo de admirable for taleza, y en el ánimo viciosísimo, se convirtió muy de corazon á Dios. Fue á los principios muy gravemente tentado, especialmente de torpezas; y por consejo de los santos Padres ponia sus medios para vencerlas. Oraba tanto, que pasó seis años orando, la mayor parte de la noche en pie, sin dormir. Trabajaba mucho de manos, no comia sino un poco de pan, iba por las celdas de los monges vie jos, y traíales agua, y hacia otras mortificaciones y asperezas grandes. Con todo eso no acababa de vencer las tentaciones, sino que ardia en ellas, y estaba en peligro de caer, y dejar el instituto de monge. Estando en este trabajo, vino á él el santo Abad Isidoro, y díjole de parte de Dios: desde ahora en nombre de Jesucristo cesarán tus tentaciones. Y asi fue que nunca mas le vinieron. Y añadió el Santo, declarándole la causa porque hasta alli Dios no le habia dado cumplida victoria de ellas: Moisés, porque no te gloriases, ni cayeses en soberbia, pensando que por tu ejercicio habias vencido; por eso ha permitido Dios esto pa ra tu provecho. No habia Moisés alcanzado el don de la desconfianza de sí mismo, y porque lo alcanzase, y no cayese en soberbia de propia confianza, por eso le dejó Dios tanto tiempo, y no alcanzó con tan grandes y tan santos ejer cicios la cumplida victoria de esta

(b) Casian. collat. 2 Abbatis Cheremontis, c. 4.

pasion, que otros con menos traba jo han alcanzado.

que

Lo mismo refiere Paladio le aconteció al Abad Pacon, que con ser ya viejo de setenta años, era muy molestado de tentaciones deshonestas; y dice que le afirmó con juramento, que despues de cin cuenta años de edad, por espacio de dos años fue tan recia la pelea, y tan ordinario el combate, que no se le pasó dia ó noche en todo este tiempo, que no fuese combatido de este vicio. El hacia cosas muy estraordinarias para librarse de estas tentaciones, y no aprovechaba. Un dia estandose él lamentando, pareciéndole que le habia el Señor desamparado, oyó una voz que le decia interiormente : Entiende, que la causa de haber Dios permitido en tí esta récia batalla, ha sido para que conozcas tus flaquezas y po breza, y lo poco ó nada que tienes de tu parte, y asi te humilles de aqui adelante, no confiando en cosa alguna de tí, sino recurriendo en todas á mi á pedirme socorro. Y dice, que con esta enseñanza quedó tan consolado y confortado, que nunca mas sintió aquella tentacion. Quiere Dios que pongamos toda nuestra confianza en él, y que desconfiernos de nosotros, de nuestros medios y diligencias.

Esta doctrina no solo es de Agustino, Casiano, y de aquellos padres antiguos, sino del mismo Espíritu Santo, y en estos propios terminos que la vamos diciendo. El vamos diciendo. El Sabio en el libro de la Sabiduría,

Sapient. c. 8, v. 21, nos pone espresamente la teorica, y juntamen. te la práctica de todo esto: Et ut scavi, quoniam aliter non possem esse continens, nisi Deus det, et hoc ipsum erat sapientia, scire cujus esset hoc donum: adii Dominum, et deprecatus sum illum ex totis præcordiis meis: Como yo supiese, dice Salomon, que no podia ser continente sin especial dón de Dios. Continente aqui es nombre general, que abraza no solo el contener y refre nar la pasion, que es contra la castidad, sino todas las demas pasiones y apetitos que son contra la razon. Como tambien en aquello del Eclesiástico: c. 26, v. 20. Omnis autem ponderatio non est digna continentis animæ : Todo nentis animæ: Todo peso de plata y oro, no es digno de la ánima continente. No hay cosa que tanto pese ni valga, como la persona continente, quiere decir, que por todas partes tiene y contiene sus afectos y apetitos, para que no salgan de la raya de la virtud y de la razon. Pues dice Salomon: Luego que supe que sin especial dón de Dios no podia contener siempre estas potencias y pasiones de mi alma y de mi cuerpo en aquel medio de verdad y virtud, sin que algunas veces sobresaliesen; y conocer esto, es, dice, gran sabiduría: acudí al Señor, á pedírselo de todo mi corazon. De manera que este es medio único para ser continentes, y para poder refrenar y gobernar nuestras pasiones, y tenerlas á raya, y para alcanzar victoria de to

das las tentaciones, y la perfecion de todas las virtudes, y asi lo reco nocia muy bien el Profeta, cuando decia: Psal. 126, v. 1. Nisi Dominus ædificaverit domum, in vanum laboraverunt, qui ædificant eam: Si el Señor no edifica la casa, en vano trabaja el que la edifica: Et nisi Dominus custodierit Civitatem, frustra vigilat qui custodit eam: Y si el Señor no guarda la ciudad, en vano trabaja el que la guarda. El es el que nos ha de dar todo el bien, y el que despues de dado lo ha de guardar y conservar; y sino en vano será todo nuestro trabajo.

CAPÍTULO XXXVI.

Que la humildad no es contraria á la magnanimidad, antes es fundamento y causa de ella.

porque cuanto á lo primero, que es emprender cosas grandes, no parece que dice con ella; porque uno de los grados de humildad que ponen los Santos, es: Ad omnia indignum, et utilem se confiteri, et credere: Confesarse y tenerse por indigno é inútil para todas las cosas: y emprender uno aquello para lo

que no es, parece soberbia y presuncion. Y lo segundo, que es emprender cosas de honra, parece tambien contrario; porque el verdadero humilde ha de estar muy lejos de desear honra y estimacion. A esto responde muy bien santo Tomás, y dice, que aunque mirando la apariencia y sonido esterior, parecen contrarias entre sí estas dos virtudes: pero en efecto ninguna virtud puede ser contraria á otra: y en particular dice de es tas dos, humildad, y magnanimidad, que si miramos atentamente

Santo Tomás, 2 2, q. 1, art. 29, á la verdad y sustancia de la cosa,

tratando de la virtud de la magnanimidad, pone esta cuestion. Por una parte dicen los Santos, y dícelo el sagrado Evangelio, que nos es muy necesaria la humildad, y por otra nos es tambien muy necesaria la magnanimidad, especialmente á los que tienen oficios y ministerios altos. Estas dos virtudes parecen contrarias entre sí: porque la magnanimidad es una grandeza de ánimo, para emprender y acometer cosas grandes y escelentes, y que sean en sí dignas de honra y lo uno y lo otro parece contrario á la humildad;

F

hallarémos que no solo no son contrarias, pero que son muy hermanas, y depende mucho la una de la otra. Y declara esto muy bien; porque cuanto á lo primero, que es emprender y acometer cosas grandes, que es propic del magnánimo, no solo no es eso contrario al humilde, antes es muy propio suyo; y solo el que lo fuere puede hacer eso bien. Si fiados en nuestras fuerzas y medios, empren diesemos cosas grandes, seria presuncion y soberbia; porque ¿qué cosas grandes, ni aun pequeñas podemos nosotros emprender, fiados

en nuestras fuerzas, pues no somos suficientes de nosotros, ni aun para tener un buen pensamiento?: como dice S. Pablo: 2 ad Cor. 3, v. 5. Non quod sufficientes simus cogitare aliquid à nobis, quasi ex nobis. Pero el fundamento firme de esta virtud de la magnanimidad, para acome. ter y emprender cosas grandes, ha de ser desconfiar de nosotros, y de todos los medios humanos, y poner nuestra confianza en Dios, que es la verdadera humildad.

dilectum

El glorioso S. Bernardo, sobre aquello de los Cantares: Quæ est ista, quæ ascendit de deserto delitiis affluens, innixa super dilectum suum? Bern. ser. 60 ex parv. ¿Quién es esta que sube del desierto, abundante en riquezas, estribando sobre su amado? declara muy bien, como toda nuestra virtud y fortaleza, y todas nuestras buenas obras han de estribar en nuestro amado. Y trae para esto el ejemplo del Apóstol S. Pablo á los de Corinto : Gratia autem Dei sum id quod sum, et gratia ejus in me vacua non fuit, sed abundantius illis omnibus laboravi: ad Cor. 15, v. 1o. Co mienza el Apóstol á contar sus trabajos, y lo mucho que habia hecho en la predicacion del Evangelio, y en el servicio de la Iglesia, hasta venir á decir que habia trabajado mas que los demas Apóstoles. Dice el bienaventurado san Bernardo : Mirad lo que decís Apóstol santo; para que podais decir eso, y para que no lo perdais: Innitere super dilectum tuum: Estribad sobre vuestro

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amado. Non ego autem, sed gratia Dei mecum: Luego estriba sobre su amado: No yo, sino la gracia de Dios conmigo. Y escribiendo á los filipenses, c. 4, v. 13, dice: Omnia possum : Todo lo puedo. Y luego estriba en su amado, y dice: In eo qui me confortat: En aquel que me conforta. En Dios todo lo po drémos, con su gracia serémos poderosos para todo: en eso hemos de estribar, y ese ha de ser el fundamento de nuestra magnanimidad y grandeza de ánimo. Y eso es lo que dice el profeta Isaías: c. 40, v. 31. Qui sperant in Domino, muta. bunt fortitudinem: Los que desconfian de sí, y ponen toda su confianza en Dios, mudarán su fortaleza: por que trocarán la fortaleza de hombres, que es flaqueza, en fortaleza de Dios, trocarán su brazo flaco y de carne, en el brazo del Señor, y asi quedarán fuertes y poderosos para todo, porque en Dios todo lo podrán. Y asi dijo muy bien S. Leon Papa: serm. 5 Epiph. Nihil arduum humilibus: nihil asperum mitibus: El verdadero humilde, ese es magnánimo, animoso y esforzado para acometer y emprender cosas grandes, ninguna cosa se le hace ardua ni dificultosa: porque no confia en sí, sino en Dios, y poniendo los ojos en Dios, y estribando en él, nada se le pone delante: In Deo faciemus virtutem, et ipse ad nihilum deducet tribulantes nos: Psal. 59, v. 14 En Dios todo lo puede. Esto es lo que habemos menester mucho nosotros ánimo

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