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de haberse quebrado los ojos, caiel hombre en la cuenta de lo que es, y se acabe de humillar, ya que por bien no quiso.

Pues por aqui se verá bien cuanto nos importa ser humildes, y no fiar ni presumir de nosotros: y asi cada uno entre en cuenta consigo, y vea como se aprovecha de las ocasiones que Dios le envia para humillarse, como Padre, y Médico piadoso, para que no sean menester esos otros remedios fuertes y tan costosos. Castigadme, Señor, con castigo de Padre, curad mi soberbia con trabajos, enfermedades, deshonras y afrentas, y con cuantas humillaciones fuéredes servido, y no permitais que yo caiga en pecado mortal. Dad, Señor, licencia al demonio, para que me toque en la honra, y en la salud, y me ponga como otro Job: c. 2, v. 6. Veruntamen animam meam serva; pero no le deis licencia para que me toque en el alma. (h)* Con tal que no os aparteis vos Señor de mí, ni permitais que yo me aparte de vos, no me dañará cualquier tribulacion que venga sobre mí, sino antes me aprovechará para alcanzar la humildad, de que vos tanto os agradais.

CAPÍTULO XL.

En que se confirma lo dicho con algunos ejemplos.

no Abad, de un santo varon muy señalado en virtudes y milagros, que sanaba enfermos, echaba demonios de los cuerpos, y hacia otras muchas maravillas, por lo cual acudian á él de todo el mundo, y le venian á visitar Señores de título, ý Obispos, y tenian por gran dicha poder tocar sus vestiduras, y que les echase su bendicion. Con estas cosas sentia el Santo, que se le comenzaba á entrar alguna vanidad en su corazon. Y viendo por una parte que no podia estorbar el concurso del pueblo, y por otra que no podia librarse de aquellos pensamientos importunos de vanidad, afligiase mucho; y poniéndose un dia en oracion, pidió á nuestro Señor con mucha instancia, que para remedio de aquella tentacion, y para que él se conservase en humildad, permitiese su Magestad, y diese licencia al demonio que entrase en su cuerpo por algun tiempo, y le atormentase como á los otros endemoniados. Oyó Dios su oracion, y entra el demonio en él, y era cosa de espanto y admiracion ver aquel á quien solian poco antes traer los endemoniados para que los curase, atado con cadenas como furioso y endemoniado, y ser asi llevado á que hiciesen sobre él los exorcismos, y todo lo demas que se suele hacer con los tales y estuvo asi cinco meses, y al cabo de ellos, dice la historia, fue

Cuenta Severo Sulpicio, y Su- curado y libre, no solo del demo

rio (a) en la vida de S. Severi

nio que habia entrado en su cuer

(h) Thom. de Kemp. (a) Sever. Sulpi, dialog. 1, § 14. Sur. die 8 Januar.

po,

sino de la soberbia y vanidad que se le entraba en el ánima.

Surio, ubi suprà, cuenta otro ejemplo semejante, y dice, que el santo Abad Severino tenia en su monasterio tres monges altivos, tocados de soberbia y vanidad. Habiales avisado de ello, y perseveraban en su falta. El Santo con el deseo que tenia de verlos enmendados y humildes, pidió al Señor con lágrimas, que los corrigiese y castigase de su mano con algun castigo que les humillase y enmendase. Y antes que se levantase de la oracion, permitió el Señor que tres demonios se apoderasen de ellos, y los atormentasen reciamente, confesando á voces la soberbia é hinchazon de su corazon. Castigo proporcionado á su culpa, que el espiritu de soberbia entrase y morase en sujetos soberbios y llenos de vanidad. Y porque veía el Señor que ninguna cosa tanto les humillaría, estuvieron asi cuarenta dias, y al cabo de ellos pidió el Santo al Señor los librase del poder del demonio, lo cual alcanzó, y ellos quedaron sanos del cuerpo y alma, y bien humillados con este castigo del Señor.

Cuenta Cesario, 1. 4 dialog. c. 5, que trujeron á un convento del Cister un endemoniado, para ser sano. Salió el Prior, y llevó consigo á un Religioso mozo de grande opinion de virtud, que sabía que era virgen. Y dijo el Prior al demonio: Si este monge te mandåre salir, ¿osarás quedarte? Respondió

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Cuenta S. Juan Clímaco, c. 24, que una vez los demonios malvados comenzaron á sembrar ciertas alabanzas en el corazon de un fortísimo caballero de Cristo, que corria á esta virtud de la humildad: mas él movido por inspiracion de Dios, halló un brevísimo atajo para vencer la malicia de estos espiritus perversos: y fue, que escribió en la pared de su celda los nombres de algunas altísimas virtudes, conviene á saber, caridad perfecta, humildad profundísima, castidad angélica, oracion purísi ma y altísima, y otras cosas semejantes. Y cuando aquellos malos pensamientos comenzaron à tentarle, respondia él á los demonios, vamos á la prueba de esto, y leía todos aquellos títulos: Profundísima humildad; esa no tengo yo. Con profunda nos contentariamos: aun no sé si habemos concluido con el primer grado. Caridad perfecta; caridad si, pero no es muy perfec ta, que algunas veces hablo á mis hermanos alto y sacudidamente. Castidad angélica: no, que muchos malos pensamientos, y aun muchos malos movimientos siento en mí. Oracion altísima: no, duermome, y distraigome mucho en ella. Y deciase á sí mismo: Despues que hubieres alcanzado todas estas virtudes, aun has de decir que eres siervo inútil y sin provecho, y por tal te has de tener, conforme á aquellas palabras de Cristo nues

tro Redentor: Cum feceritis omnia, v. io. Pues ahora que estás tan lequæ præcepta sunt vobis, dicite: jos de eso, ¿qué serás? Servi inutiles sumus. Luc. c. 17,

TRATADO CUARTO,

DE LAS TENTACIONES.

CAPITULO PRIMERO.

Que en esta vida no han de faltar tentaciones.

Fili, accedens ad servitutem Dei,

sta in justitia, et in timore, præpara animam tuam ad tentationem. Eccl. c. 2, v. 1. Dice el Sabio: Hijo, si quieres servir à Dios, consérvate en justicia y en temor, y preparate para la tentacion. El bienaventurado S. Gerónimo, sobre aquello del Eclesiastes: c. 3, v. 8. Tempus belli, et tempus pacis: Hay tiempo de guerra, y tiempo de paz, dice, que mientras estamos en este siglo, es tiempo de guerra, y cuando pasemos al otro, será tiempo de paz: Et factus est in pace locus ejus. Ps. 75, 3. Y de aí tomó aquella nuestra ciudad celestial el nombre de Jerusalén, que quiere decir vision de paz. Nemo ergo se nunc putet esse securum tempore belli, ubi certandum est, et Apostolica arma tractanda, ut victores quondam requiescamus in pace: Por tanto, dice, ninguno se tenga ahora por seguro, porque es tiempo de guerra,

ahora ha de ser el pelear, para que

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saliendo vencedores, descansemos despues en aquella bienaventurada paz. S. Agustin, serm. 45 de temp., sobre aquello de S. Pablo: Non enim quod volo bonum, hoc facio: dice, que aqui la vida del hombre justo es pelea, y no triunfo y asi oímos ahora voces de guerra, cuales son estas que da el Apóstol, sintiendo la repugnancia y contradiccion que la carne tiene á lo bueno, y la inclinacion tan grande que tiene á lo malo, y deseando verse ya libre de eso: Non enim quod volo bonum, hoc facio, sed quod nolo malum, hoc ago. Et video aliam legem in membris meis repugnantem legi mentis meæ, et captivantem me in lege peccati, quæ est in membris meis: Ad Rom. c. 7, v. 15, et 2 3. Pero la voz de triunfo se oirá despues, cuando, como dice el mismo Apóstol, este cuerpo corruptible y mortal se vista de incorrupcion é inmortalidad. Y la

voz de triunfo que entonces se oirá, será la que dice aí S. Pablo: Absorpta est mors in victoria, ubi est mors victoria tua, ubi est mors stimulus tuus? I ad Cor. c. 15, v. 5. ¿Dónde está muerte tu victoria, dónde tu aguijon? Todo esto dijo muy bien el santo Job, c. 7, v. 2, en aquellas breves palabras: Militia est vita hominis super terram, et sicut dies mercenarii dies ejus: La vida del hombre sobre la tierra, es una con. tinua guerra, y como el dia del jornalero. Porque asi como el oficio del jornalero es trabajar y cansarse todo el dia, y despues se sigue el premio y el descanso; asi tambien en nosotros el dia de esta vida es lleno de trabajos y tentaciones, y despues se nos dará el premio y el descanso, conforme á como hubieremos trabajado.

Pero descendiendo en particular á examinar la causa de esta continua guerra, el Apóstol Santiago la pone en su Canónica: c. 4, v. 1. Unde bella, et lites in vobis? Nonne hinc ex concupiscentiis vestris, quæ militant in membris vestris? Dentro de nosotros mismos tenemos la causa y la raíz, que es la rebeldía y contradiccion, para todo lo bueno que quedó en nuestra carne despues del pecado. Quedó tambien maldita la tierra de nuestra carne, y asi brota cardos y espinas, que nos punzan y atormentan continuamente. Traen los Santos á este propósito la comparacion de la navecilla, que dice el sagrado Evangelio, Matth. c. 8, v. 14, que en co

menzando á dar la vela, se alborotó el mar, y se levantó una tempestad y olas tan grandes, que la cubrian y querian anegar. Asi nuestra ánima va en esta barquilla del cuerpo, rota, agujereada, que por una parte hace agua, y por otra se levantan olas y tempestades de muchos movimientos y apetitos desordenados, que la quieren anegar y hundir: Corpus quod corrumpitur, agravat animam. Sap. 15.

De manera que la causa de nuestras continuas tentaciones es la cornuestra naturaleza;

rupcion de

aquel fomes peccati é inclinacion mala que nos quedó despues del pecado. Se nos quedó el mayor enemigo dentro de casa, y ese es el que nos hace continua guerra. Y asi no tiene el hombre de que espantarse cuando se ve molestado de tentaciones; porque al fin es hijo de Adan, concebido y nacido en pecado: Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum, et in peccatis concepit me mater mea: Psal. 50, 7; y no puede dejar de tener tentaciones, é inclinaciones y apetitos malos que le hagan guerra. Y asi nota S. Gerónimo, que en la oracion del Pater noster, que Cristo nuestro Señor nos enseñó, no nos dice que pidamos pidamos á Dios no tener tentaciones; porque eso, dice, es imposible: Impossibile enim est humanam animam non tentari; sino que no nos deje caer en la tentacion. Y eso es tambien lo que el mismo Cristo en otra parte dijo á sus discípulos: Vigilate, et orate, ut non intretis

piensas que hay paz? Sedet in insidiis cum divitibus, in occultis, ut interficiat innocentem, oculi ejus in pauperem respiciunt, insidiatur in abscondito quasi leo in spelunca sua: Psal. 9, 29. Está escondido, azechando para matar al inocente, ¿y te tienes tú por seguro? Es engaño ese, porque esta vida es tiempo de guerra y de pelea, y espantarse de las tentaciones, es como si el soldado se espantase del sonido del tiro y del arcabúz, y se quisiese por eso volver de la guerra; ó como el que quisiese dejar de navegar, y salirse de la nave, por ver que se le revuelve el estómago.

in tentationem: Matth. c. 6, v. 13. Velad y orad, porque no entreis en la tentacion. Dice S. Gerónimo: (a) In tentationem intrare, non est tentari, sed vinci: Entrar en la tentacion, no es ser tentado, sino es ser vencido de la tentacion. El santo patriarca José tentado fue de adulterio, pero no fue vencido de la tentacion. La santa Susana tentada fue tambien de lo mismo, pero la ayudó el Señor, para que no cayese en la tentacion. Pues eso es lo que nosotros pedimos al Señor en la oracion del Pater noster, que nos dé gracia y fortaleza, para que no caigamos ni seamos vencidos de la tentacion: Non tenta- Dice S. Gregorio, lib. 24 motionem pænitus refutantes: sed vires ral. c. 14, que es engaño de algu sustinendi in tentationibus deprecan- nos, que en teniendo alguna grave tes. Y en la epístola ad Heliodorum tentacion, luego les parece que es dice: Erras, frater, erras, si putas todo perdído, y que ya les ha olviunquam Christianum persecutionem dado Dios, y que estan en desgranon pati: Yerras, hermano, yerras cia suya. Muy engañado andais; y te engañas mucho, si piensas que antes es menester que entendais, el cristiano ha de estar sin tenta- que el tener tentaciones, no solo es ciones: Tunc maximè oppugnaris, si cosa ordinaria de hombres, sino te impugnari nescis: Esa es, dice, la muy propia de hombres espirituamayor tentacion, cuando te pare- les, y que tratan de virtud y perce que no tienes tentacion: enton- feccion, como nos lo da á entender ces os hace el demonio mayor guer- el Sabio en las palabras propuestas, ra, cuando á vos os parece que no y lo mismo nos enseña el Apóstol hay guerra: Adversarius noster tan- S. Pablo: Omnes qui piè volunt viquam leo rugiens, aliquem devorare vere in Christo Jesu, persecutionem quærens, circuit, et tu pacem pu- patientur: 2 ad Tim. c. 3, v. 12. Los tas: 1 Pet. 5, v. 8. Nuestro adver- que quieren vivir bien, y tratan de sario el demonio, como dice el su aprovechamiento, y de adelanApóstol S. Pedro, anda braman- tarse en el servicio de Dios, esos do y dando vueltas como leon, á son los perseguidos y combatidos ver si halla á quien tragar, ¿y tú con tentaciones, que esos otros (a) Idem notat August. de ser. Dom. in monte, l. 2, c. 14.

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