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Al que en torno de sí monstruos nadando,
De la espuma salidos,

Sin temblar vió, y las olas rebramando,
Y los montes de Epiro maldecidos?
La tierra en vano Jove

Por hondos mares separó prudente;
Pues la sirte vadosa,

Donde tocar el cielo no consiente,
Sacrílega barquilla saltar osa.

Audaz por lo vedado

Desbócase el mortal; de audazia ciego,
Prometeo bajara

Con malas artes á la tierra el fuego,
Que del alcázar de la luz robara.
La amarillez, la fiebre

Y de ignorados males hueste impía
Ocuparan el suelo

Entónces, y la muerte antes tardía
De entónces ¡ai! acelerara el vuelo.
Dédalo las regiones

Osó con alas al mortal negadas

Surcar del aura leve;

Forzó Alcídes del Orco las moradas;
¿A qué el humano orgullo no se atreve?
Contra el Olimpo mismo

Tal vez conspira nuestro anhelo vano,
Y por la culpa nuestra

No dejamos que Jove soberano

Desarme en fin la fulminante diestra.

NOTAS.

Esta oda, que hubiera bastado para calificar á sụ autor de escelente poeta, y en la cual notaron sin embargo algunos críticos falta de unidad en el plan, y otros falta de enlaze en las ideas; es una de las mejores pruebas de que bajo la pluma de los buenos escritores adquieren importancia é interes los asuntos mas vulgares. El viaje de Virgilio á Aténas era un acontecimiento de esta especie; pero haciendo la amistad desear al poeta de Venuso que guiasen al de Mantua en su travesía las constelaciones que se creian favorables á los navegantes, la vehemencia de este deseo conduce á Horacio á meditar sobre los peligros del mar, y le presenta el arte de la navegacion como uno de los mayores esfuerzos de la audazia impía de los hombres. El poeta generaliza en seguida sus declamaciones contra la temeridad de los mortales, y como para justificarlas, hace una enumeracion rápida de los memorables ejemplos de ella que dieron al mundo Prometeo, Dédalo y Hércules. Por esta análisis rápida de la pieza se ve que la desunion, ó la inconexion que á la primera lectura se cree encontrar en los pensamientos, es efecto de la destreza del autor, que suprime de intento ideas intermedias, que el lector no podrá ménos de suplir, y que presentadas en su lugar, darian un tono didáctico y uniforme á las brillantes inspiraciones del entusiasmo.

V. 1.o Diva potens Cypri. Vénus, adorada en Chipre, era una divinidad mui favorable á los navegantes.

V. 2.0 Fratres Helena. Cástor y Pólux, que tuvo Júpiter en Leda, mujer de Tíndaro. Puso esta dos huevos, de uno de los cuales salieron Pólux y Helena, y del otro Cástor y Clitemnestra. La teología pagana los convirtió en astros bajo el nombre de Gemelos, ú de Géminis, uno de los doce signos del Zodíaco.

V. 3.0 Ventorum pater. Eolo, de quien la mitología

cuenta, que tenia encerrados los vientos en una cueva de Eolia.

V. 6.o Finibus Atticis. La Ática era una provincia de la Grecia. Aténas era la capital.

V. 9.o Illi robur et æs triplex. La espresion es sublimemente enérgica, y la transicion eminentemente lírica. El trozo vehemente que empieza con este verso vigoroso, hace un contraste soberbio con los dísticos anteriores, terminados con el elegante, tierno y voluptuoso verso, de serves animæ dimidium meæ.

V. 10. Qui fragilem truci. Muchas vezes tendré ocasion de llamar la atencion de mis lectores, sobre el cuidado que tiene nuestro lírico de colocar juntos los epítetos, ó cualesquiera otras palabras que forman una antítesis. Horacio no deja ni el mar ni la nave sin calificacion. Dice fragilem ratem y truci pelago : pero poner á cada sustantivo un epíteto verdadero, oportuno y poético, lo hacen todos los buenos poetas; lo que no hacen todos, lo que casi no puede hacerse en las lenguas vivas, lo que es un mérito particular de nuestro autor, y una ventaja de la lengua en que él escribió, es juntar siempre estas palabras fragilem truci, tenues grandia, palluit audax, operosa parvus, y otras dos mil de esta clase.

V. 14. Hyadas. Se daba este nombre á siete estrellas colocadas en la frente del toro. Esta constelacion anunciaba lluvias y mal tiempo.

V. 17. Quem mortis timuit gradum. Oportuna y magnífica esclamacion. Monstra natantia, mare turgidum, infames scopulos, Deus prudens, oceano dissociabili, impiæ rates, vada non tangenda; he aquí modelos que no deben perder de vista los que se dediquen á la poesía. Las composiciones poéticas adquieren un gran brillo por la asociacion constante de epítetos convenientes á los sustantivos. Muchos de nuestros mas famosos líricos no conocieron verosímilmente este importante secreto del arte.

V. 18. Siccis. Rectis lee Bentley, y fixis Cuningham. Esta última leccion seria escelente si tuviese el apoyo de la autoridad.

V. 20. Acroceraunia. Los Ceraunios, montes que dominan las costas del antiguo Epiro. Se les dió este nombre, porque á causa de su altura eran mui ocasionados á rayos.

V. 21. Nequidquam. Todo es escogido en este dístico y el siguiente. Los verbos abscidit y transiliunt son espresivos, y el epíteto dissociabili de una fuerza maravillosa. La calificacion de impie dada á las naves es justísima; pues cuando se supone que es un Dios próvido el que por anchos mares ha separado las tierras, se puede llamar mui bien impío al que pretende frustrar con sus tentativas osadas los designios de la Providencia.

V. 27. Japeti genus. Prometeo, hijo de Japeto, formó un hombre de barro, y subiendo al cielo con e' ausilio de Pálas, robó un rayo del carro del Sol para animar su obra. Júpiter lo condenó en castigo de su atrevimiento á ser despedazado eternamente por un buitre.

V. 30. Macies. Alude á la fábula de Pandora. Pro

meteo no quiso recibir una caja, que Pandora enviada de Júpiter bajó á la tierra, y en que estaban encerrados todos los males; pero habiéndola abierto su hermano Epimeteo, los males que encerraba se esparcieron sobre la tierra, no dejando mas que la esperanza en la caja. No hai quien no conozca la delicadeza y la sublimidad de esta alegoría.

V. 34. Expertus vacuum. Obsérvese la harmonía de estos versos, y la sucesion rápida de ejemplos, sentencias, imágenes, de todo lo que es necesario en fin para hacer de esta parte de la oda un trozo admirable.

Dædalus. Ingenioso artífice ateniense, constructor del famoso laberinto de Creta, destinado á guardar al Minotauro, y que sirvió despues de prision al mismo artífice y á su hijo Ícaro. El deseo de escaparse les sugirió la idea de hacerlo á favor de unas alas de cera. Ícaro, inesperto y presuntuoso, se elevó demasiado, y derritiéndose sus alas con el calor del sol, cayó en el mar, que de su nombre se llamó Icario. Dédalo llegó á Sicilia ¿Quién no adivina la moral de esta fábula?

V. 36. Herculeus labor. De las varias aventuras de Hércules fué una su bajaďa á los infiernos.

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