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riamos decir, ó Leo, como decimos, es el quinto signo del Zodiaco. El sol entra en julio en este signo. El epiteto de vesanus (rabioso) que le da Horacio, corresponde perfectamente con la idea que del Procyon ó Ante-canis hace formar antes el verbo furit. El rigor del periodo canicular está pintado con toda la energía posible. Con la misma le pintó en otra parte el poeta cuando dijo,

Flagrantis atrox hora caniculæ.

V. 23. Silvani... Silvarum Dei, dioses campestres y capripedos, como los Sátiros y los Faunos.

V. 25. Tu civitatem... Horacio sobresale en el arte de los contrastes. Despues de presentar los ganados y los pastores como rendidos al peso del calor, y sin movimiento hasta las hojas de los árboles, no agitadas ni aun por la brisa mas ligera, presenta á Mecenas abrumado por los cuidados que le impone el gobierno de la ciudad mas populosa que existió jamás, y la situacion del imperio, cuyos lejanos límites recuerda, para hacer resaltar mas la magnitud y la importancia de las ocupaciones del ministro.

V. 26. Urbi... Orbi leen Rodelio y Daru, y Orbis Sanadon. Cualquiera de estas correcciones es preferible á urbi y urbis, lecciones que, aunque apoyadas en todos los manuscritos y ediciones, nada añaden al civitatem del verso anterior.

V. 27. Seres... He hablado de ellos en las notas à la oda doce del primer libro.

V. 27 y 28. Regnata Cyro Bactra... La antigua Bactriana (que ocupaba una gran parte del territorio conocido hoy con el nombre de Tartaria) tenia por capital la ciudad de Bactra, sobre el Oxo (hoy Balk, sobre el Gihon). Conquistóla Nino rey de Asiria, y mas tarde la incorporó Ciro á la poderosa monarquía que fundó. Horacio, enumerando las maquinaciones de los bactrianos entre los objetos que debian dar inquietud á Mecenas, fue algo mas allá de lo que habria ido no siendo poeta; pues poco cuidado debian inspirar al imperio salvajes, que apenas en cortos y pasageros periodos, estuvieron en contacto con los

romanos mas interuados en Asia. Quizá, hablando de Bactra, quiso Horacio designar los Partos, aunque no consta que estos reuniesen aquel pais á su vasta domi

nacion.

V. 28. Tanaisque discors... Ya he dicho en otra parte que el antiguo Tánais es el Don de hoy. Horacio, hablando de aquel rio, alude á los escitas que habitaban gran parte de los países que él riega. Si, como generalmente presumieron los que se ocuparon en fijar la cronología de las odas de Horacio, se escribió esta en el año 733, en que, por la salida de Augusto para la espedicion de Oriente, y por la de Agripa para instalarse en su gobierno de las Galias, quedó Mecenas encargado del de Roma, no era estraño que le atormentasen inquietudes, pues todavia ignoraba él cuánto debia influir la marcha del príncipe en los negocios de Asia, y particularmente en el arreglo de los de los Partos.

V. 29. Prudens... Es admirable esta série de transiciones, y debe notarse el arte con que están enlazadas. Asi como despues de una pintura animada del rigor de las constelaciones estivales, manifiesta el poeta la prisa con que los hombres y los brutos, y hasta los dioses de las selvas, procuran sustraerse á sus abrumadoras influencias, de la misma manera, despues de indicar las fatigas á que condena á Mecenas el ejercicio de su alta dignidad, le hace ver la necesidad de limitar sus esfuerzos, y de no inquietarse demasiado por el éxito de sucesos, que la Providencia se complace en cubrir de un velo impenetrable. Las observaciones que sobre esto hace Horacio son dignas del mas profundo filósofo.

V. 33. Cætera fluminis... Hé aquí dos cuartetos riquísimos. ¡Qué arte para variar la escena, para llevar al lector de ilusion en ilusion, y mostrarle los preceptos que debe grabar en su alma, rodeados de los prestigios que pueden exaltar su imaginacion!

V. 41. Ille potens sui... Id est sui compos, in suá ipsius potestate constitutus, como esplican los intérpretes. Esto en cuanto á la espresion. En cuanto á la idea de este y los siguientes cuartetos, no dijeron mas ni mejor los

moralistas mas ilustres en los mas acabados capítulos de sus obras.

V. 53. Si celeres quatit... Si el poeta decia aquí lo que pensaba, ¿qué felicidad igualaba á la suya? Y¡ qué pocos crímenes deshonrarian la humanidad, si este estoicismo, que no es tan dificil como se cree, se generalizase ! V. 55. Med virtute me involvo... Lá espresion es felicísima. En su virtud se emboza como en su capa.

V. 57. Africis procellis... El viento soplando de la costa de Africa, ó en la costa de Africa.

V. 59. Votis pacisci... Esta espresion es admirable.

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Pactar con votos equivale á, hacer un ajuste con el cielo, á comprar su favor por una retribucion; y esto es lo que dice Horacio que no hará, como dice « que no recurrirá á ruegos humildes; » dando á entender asi, que se hallaba tan resignado á las disposiciones del destino, como antes habia dicho estarlo á los favores y á los desaires de la fortuna. V. 62. Tunc me biremis... Tunc, dice Rodelio interpretando este pasage, nec mihi navigiis ullis majoribus opus erit, sed parvâ scaphâ, quæ capiat me sine periculo, vel per sonantes maris Ægæi fluctus etc. V. 64. Geminusque Pollux... Castor y Poiux.

ODA XXX.

A MELPOMENE.

Glorioso monumento,

Mas alto que de Egipto las reales

Tumbas piramidales,

Levanté ya, que al bronce sobreviva.

No el aquilon violento

Le podrá hundir ni lluvia corrosiva,

Ni el tiempo revolando,

Y años sin cuento trás de sí dejando.

No moriré yo entero:

Salvaráse mi nombre esclarecido

De la onda del olvido.

Mi gloria crecerá, crecerá en tanto,

Que al Pontífice austero

La Vestal siga al Capitolio santo;

Y cantará la fama

Donde el Aufido violento brama,

Et quà pauper aquæ Daunus agrestium

Regnavit populorum, ex humili potens,

Princeps Æolium carmen ad Italos

Deduxisse modos. Sume superbiam

Quæsitam meritis, et mihi Delphicâ

Lauro cinge volens, Melpomene, comam.

NOTAS.

15

Las reflexiones que sobre la confianza con que el poeta se prometia la inmortalidad, hice en las notas á la oda última del libro anterior, son comunes á esta, en que Horacio se gloría de haberse levantado en sus versos un monumento grandioso. Pero si el entusiasmo con que sus contemporáneos miraron las innovaciones felices que él hizo en la poesía latina, podia escusar hasta cierto punto la jactancia con que se espresaba, nada hay que pueda escusar la falta de órden y de gusto con que enumeró los objetos que en su opinion debian perecer antes que sus composiciones. Despues de decir « que estas durarian mas que el bronce y que las pirámides de Egipto,» aparece impertinente la añadidura de que « no las destruiria el viento ni la lluvia,» pues la accion de estos meteoros era bien impotente contra las portentosas moles de piedra que desde muchos siglos antes estan desafiando la carcoma del tiempo; y mas impotente habria de ser contra producciones que debian esceder en duracion á aquellos inmortales monumentos del orgullo humano. El gusto exige que en seniejantes enunciaciones se vaya de lo menos á lo mas. Cuando se procede en órden inverso, se cae en amplificaciones estériles, y estas, siempre reprensibles, lo son doblemente si se emplean en una composicion, en que

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