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Las orejas en guisa de combate,
Tambien por las nevadas cordilleras
Sé yo seguir las fieras,

Cual can de Epiro, ó cual lacon ligero,
Del pastor el amigo y compañero.

Tú el cebo que te arrojan olfateas,

Despues que el bosque con tu atroz ladrido
Resuena estremecido.

¡Ah! guarte, guarte; contra los malvados
Tengo yo ya mis dardos enarcados.

Cual de Licambe el despechado yerno,
O de Búpalo osado el enemigo,
Puedo yo hacer contigo:

¿Piensas que si te atreves á atacarme,
Lloraré como un niño sin vengarme?

solo valiente y atrevido, sino temerario y provocativo hasta con los amigos y parientes de Augusto. A un hombre á quien por su audaz perseverancia se habia desterrado á una isla lejana, no se le podia llamar cobarde. Vanderbourg por su parte observó que Plinio, Tácito, Séneca y Quintiliano hablaron mas o menos largamente del mérito del orador, y ninguno dijo que había sido poeta; y aun de Séneca se podria citar un pasage que probaria que no lo fue. Parece pues evidente que la satira no fue dirigida contra el orador Casio, sino contra un satírico mordaz del mismo nombre. El de Casio sabido que era muy comun en Roma.

es

V. 1. Immerentes hospites... «A los que vienen de fuera, y que ningun mal te han hecho », es la traduccion literal. V. 5. Molossus... Los Molosos, pueblos del antiguo Epiro, ocupaban las costas del golfo de Ambracia (hoy de Arta en la Albania inferior). De la Laconia he habla26

TOMO II.

do ya antes. Los perros de estos paises eran afamados por su talla y su fuerza.

V. 6. Amica vis pastoribus... Es una hermosa espresion, que es lástima que la lengua castellana no pueda trasladar de un modo tan enérgico.

V. 7. Aure sublatâ... Aure erectâ sursum, quod propriè canum est dum sæviunt, dice un antiguo comentador. V. 9. Complesti... ¡Qué imparcialidad, qué gusto y qué juicio el de los intérpretes que dijeron que la cadencia de este verso representaba perfectamente el ladrido de un gran perro en el bosque !

V. 10. Projectum odoraris cibum... Metafóricamente, por callas cuando te regalan. Claro es que de un hombre como el orador Casio Severo, no se podia decir que « se le sobornaba con dádivas, » cuando no enfrenaban su audacia ni las mas sentadas y respetables reputaciones. Insisto sobre este punto, porque en mi primera

ODE VII.

AD ROMANOS.

Quò, quò scelesti, ruitis, aut cur dexteris
Aptantur enses conditi?

Parumne campis, atque Neptuno super
Fusum est Latini sanguinis?

Non ut superbas invidæ Carthaginis

Romanus arces ureret;

Intactus aut Britannus ut descenderet

Sacra catenatus vià:

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edicion puse á la pieza, siguiendo á la generalidad de los editores, el epígrafe In Casium Severum.

V. 12. Cornua... Ya dije en la nota al verso veinte y ocho de la oda veinte y una del libro tercero cuernos eran el símbolo de la fortaleza.

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, que los

V. 13. Lycamba... Habiendo Licambo ofrecido la mano de su hija Neobule al poeta Arquiloco, y rehusado despues cumplir su promesa, el novio despechado hizo una sátira tal contra el suegro, que él y su hija se ahorcaron de desesperacion.

V. 14. Bupalo... A Bupalo escultor de Chio, se le antojó un dia divertir al pueblo, haciendo una estátua del poeta Hiponax, el mas feo de todos los griegos. El poeta escribió contra él una sátira, que segun algunos autores, produjo el mismo efecto que la de Arquiloco en Licambo y Neobule. Las tradiciones varian sin embargo sobre este punto.

ODA VII.

¿

A LOS ROMANOS.

¿A dónde, á dónde os desbocais, malvados?

El hierro fulminante

Blandís de nuevo en brazos irritados?

¿De nuestra sangre no tiñó bastante

La sacrilega guerra,

El hondo mar y la anchurosa tierra?

No para que del triunfo al carro uncido

Por la sagrada via

Descendiese el britano no vencido,

Ni para sepultar, como algun dia,

En llamas y en estrago

Las insolentes torres de Cartago;

Sed, ut secundùm vota Parthorum, suà

Urbs hæc periret dexterâ.

Neque hic lupis mos, nec fuit leonibus
Unquam, nisi in dispar, feris.

Furorne cæcus, an rapit vis acrior?
An culpa? responsum date.

Tacent; et ora pallor albus inficit,
Mentesque perculsæ stupent.

Sic est: acerba fata Romanos agunt,
Scelusque fraternæ necis,

Ut immerentis fluxit in terram Remi

Sacer nepotibus cruor.

NOTAS.

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Horacio compuso esta pieza en su juventud, y verosimilmente hacia el año 721 de Roma, en que se verificó la gran desavenencia de Octavio y Antonio, de la cual era natural que temiese consecuencias tristísimas todo el mundo romano. El poeta increpa con este motivo á los autores y cómplices de la disension, de una manera vehemente, y á la cual comunica estraordinaria energía la forma de la interpelacion. «El lector, dice Mitscherlich, se encuentra en algun modo trasportado en medio de los romanos que corren á las armas, oye al poeta que los interroga, y sobre el lector y el poeta parece producir

Sino para que, oh Roma, tú trofeo
De tus furores fueras,

Cumpliendo de los Partos el deseo:
Jamás, jamás ni lobos ni panteras
Tan crudos se mostráran,

Que en fieras de su especie se cebáran.
¿Es un frenesí atroz el que os instiga?
¿Los hados inclementes,

O un Dios, que vuestros crímenes castiga?
Callan, y vénse pálidas sus frentes,
Y en indecision larga

El asombro sus ánimos embarga.

No hay mas dudarlo, no; cruel destino
Al mísero romano

Desde el punto persigue, que Quirino
Mancilló el suelo del inerme hermano

Con la sangre inocente,

Que expiar debe la latina gente.

igual impresion el silencio y la palidez de los interpelados >> Esta corta composicion es en suma una de las mas vigorosas de Horacio, y no se adivinaria porque no la publicó durante su vida, sino se pensase que la muerte le sorprendió antes de haber reunido un buen número de las de la misma contextura métrica.

V. 1. Quò, quo... Este arranque es muy noble. La repeticion del adverbio da una gran fuerza á la idea; y el verbo ruitis es muy propio y espresivo. Gazzolli lo suprimió sin embargo muy felizmente, en su traduccion en versos italianos. Hé aqui como virtió esta primera estancia.

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