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millones de individuos á 600 leguas de distancia , у por medio de mares, cuya mayor parte no habia sido antes surcada sino por uno ú otro aventurero? Cuando un puñado de foceos resolvió dejar su patria, no fue sino para trasladarse á una isla vecina, desde la cual podian á cualquier hora volver al continente, ó esparcirse en la multitud de islas, que componen el rico archipiélago que media entre el Asia menor y la Grecia. Aquello era posible, fácil, y por consiguiente hacedero; pero trasladar la inmensa poblacion de la primera ciudad del mundo á Canarias, seria insensato, cuando en aquella idea no fuese oculta otra mas practicable.

V. 43. Reddit ubi Cererem... Las observaciones hechas en las notas anteriores, no impiden que la descripcion que hace Horacio de las islas adonde exhortaba á sus compatriotas á trasladarse, sea la mas rica, la mas variada, la mas pomposa que es posible hacer. En ella y en trozos semejantes es donde se debe estudiar la índole de la poesía lírica.

V. 48. Levis... Un comentador célebre dice sobre este lugar, versus elegantissimus aquæ salientis susurrum, et verbis ipsis et numeris egregiè exprimens; y tiene razon en cuanto á la contextura métrica del periodo; pero la metáfora que da pies á las ondas, aunque consagrada por Horacio y Virgilio, es siempre exagerada, y mucho mas cuando al pié se le agrega otro epiteto metafórico, como crepante. Yo creo que la espresion sierpe de plata, con que por metáfora designaban un arroyo nuestros románticos del siglo XVII, no es mas osada que la de lympha crepante pede.

V. 52. Neque intumescit... Todas las alimañas que tienen sus nidos debajo de tierra, levantan montones de ella, cavando para fabricarlos. Esto es lo que probablemente significa aqui el verbo intumescit.

V. 57. Argoo... Véanse sobre los Argonautas y Medea de Colcos las notas á la oda tercera de este libro. V. 59. Sidonii... Ya he dicho en otra parte que los fenicios, (designados aqui con el nombre de Sidonios, porque Sidon era una importante ciudad de aquel pais)

fueron los mas atrevidos navegantes de los tiempos antiguos. Horacio, asegurando que jamás ellos habian llegado á las islas á que él recomendaba trasladarse, no advirtió que ese era un motivo para retraer á los romanos, poco hechos á la mar, de un viaje que no habian osado emprender los mas intrépidos marinos.

Cornua... Las puntas de las entenas.

V. 61. Nulla nocent... Yo creo que este verso y el siguiente, colocados despues del 52, estarian mas en su lugar, y que despues de ellos vendria mejor el 53.

V. 62. Impotentia... Por nimis vehemens potentia. Saña, como he traducido.

V. 63. Jupiter illa... La idea de que Dios separó ó preparó una morada especial para los hombres virtuosos que huyeran de su patria, afligida por un gran azote, es muy delicada, y sobre todo muy consoladora.

V. 64. Tempus aureum... La antigüedad dividió la existencia del mundo en cuatro periodos ó edades, de las cuales la primera se llamó de oro, porque durante ella se supusieron comunes á los habitantes todos de la tierra, ventajas casi iguales á las de que, segun la crónica israelita, gozaron Adam y su nuger en el paraiso. Sucedió á esta edad de oro, la de plata, con cuya denominącion fue designado el periodo en que Saturno enseñó á los hombres el arte de cultivar la tierra, que ya no producia espontáneamente frutos, y se aseguraron por leyes sencillas y equitativas los beneficios de la justicia, y por consiguiente los placeres de la abundancia. Con los nombres de edad de bronce y de hierro se calificaron en fin los periodos subsiguientes de la vida del mundo, tal como le conocemos nosotros. Fácilmente se descubre bajo el velo de estas alegorías, que la edad de oro designa los tiempos inmediatos á la creacion, en los cuales la tierra vírgen proveia sin trabajo á las necesidades reducidas de las poblaciones: que la de plata comprende el periodo en que los hombres se reunieron en sociedad, y dóciles todavia á los instintos filantrópicos que el criador grabára en sus corazones, y no divididos aun por la complicacion de sus intereses, se aplicaban á las ocupaciones

propias para mantener en el seno de la asociacion, la pureza de las costumbres primitivas; que en fin, las edades de bronce y de hierro señalaban el tiempo en que corrompió aquellas costumbres el conflicto de los intereses individuales, y desenvueltas las pasiones, se convirtió el suelo en un teatro de crímenes y de miserias. La mas eleva da y santa de todas las creencias consagró estas alegóricas tradiciones, proclamando la felicidad sin límites del hombre y la muger á quienes animó primero el soplo poderoso del criador, y derramadas sobre el suelo todas las calamidades, desde el momento en que ellos se rehelaron contra la voluntad del autor de su ser. A la inocencia primitiva sucedió en breve el desenfreno, y á la indulgencia grabada en el alma de Adam, el odio que lanzó al fratricidio al mayor de sus hijos. La edad de los patriarcas se corrompió hasta el punto, que fue menester que un diluvio castigase los escesos del linage humano, haciéndole desaparecer de la haz de la tierra. Sucesivamente nuevos crímenes le mancharon, hasta hacer indispensable y aun urgente la redencion. No aparece demostrada por esta série de hechos, sancionados lo mismo por las creencias falsas que por la verdadera, la idea que desde muy antiguo viene acreditada, de que cada generacion es mas corrompida que las que la precedieron ?

V. 66. Vate me... Estas dos palabras muestran al poeta animado de una gran confianza, y de una especie de conviccion religiosa sobre la conveniencia de su consejo y la necesidad de su adopcion; y esto hace sospechar que el consejo envolvia una intencion de que se ha perdido la huella, pues tomado á la letra, no debia tener tal número de sectarios que pudiese su autor vanagloriarse de haberlo dado.

ODE XVII.

AD CANIDIAM.

HORATIUS.

Jam jam efficaci do manus scientiæ,
Supplex et oro regna per Proserpinæ,
Per et Dianæ non movenda numina,
Per atque libros carminum valentium
Refixa cœlo devocare sidera,

Canidia, parce vocibus tandem sacris,
Citumque retro solve, solve turbinem.
Movit nepotem Telephus Nereïum,

5

In quem superbus ordinârat agmina

Mysorum, et in quem tela acuta torserat.

10

Unxêre matres Iliæ addictum feris

Alitibus, atque canibus homicidam Hectorem;

Postquam relictis moenibus rex procidit,

Heu! pervicacis ad pedes Achillei.

Setosa duris exuêre pellibus

Laboriosi remiges Ulyssei,

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ODA XVII.

A CANIDIA.

HORACIO.

En fin me rindo à tu saber potente;
No mas imprecaciones

Contra mí lanzes en tu enojo ardiente.
De Pluto por las lóbregas regiones,
Por Febe, que irritar es peligroso,
Săbia Canidia, humilde te lo ruego,
Y por el libro santo y misterioso,
Que las estrellas puede

Hacer bajar del ancho firmamento.

A mis clamores cede,

Y vuelve atras el mágico instrumento.
De Telefo las preces

Ablandaron al nieto de Nereo,

Aunque las huestes misias muchas veces
Contra él guió, y el dardo asestó agudo.
Apenas á los pies postrarse pudo
Priamo triste del soberbio Aquiles,
Embalsamaron manos femeniles

Al audaz Hector, que tras mil desmanes,
Pasto iba á ser de buitres y de canes.
Del claro Ulises à los sócios fieles

Desnudar hizo las cerdudas pieles

TOMO II.

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